Cuando la liberaron en mar abierto con un transmisor satelital (marca) los primeros días de junio, no se tenía la certeza de que su travesía de 788 kilómetros se convertiría en la primera evidencia de rutas migratorias de su especie y de la conectividad que existe entre las diferentes áreas marinas protegidas del Pacífico Este Tropical, que comprende zonas de mar territorial de Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica.
Las cinco áreas núcleo del llamado Corredor Marino del Pacífico Este Tropical (CMAR) son el Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos, en Ecuador; el Parque Nacional Isla del Coco, en Costa Rica; el Santuario de Fauna y Flora Malpelo y el Parque Natural Nacional Gorgona, en Colombia; y el Parque Nacional Coiba, en Panamá.
Sanjay, una tortuga verde (Chelonia mydas) macho de 53 kilogramos, es la protagonista de una histórica migración de catorce días iniciada el pasado 3 de junio en el Parque Nacional Isla del Coco y que culminó el día 16 en la Reserva Marina de Galápagos.
Esto lo hizo posible una expedición colaborativa entre la organización estadounidense Turtle Island Restoration Network y la costarricense Pretoma, que trabajan en proteger la fauna marina y los océanos.
Al anunciar el suceso, Randall Arauz, ecologista miembro de Pretoma, dijo en un comunicado que la ruta que tomó esta tortuga está plagada de líneas de pesca, y Todd Steiner, director ejecutivo de Turtle Island Restoration Network, añadió que una vez que estos reptiles marinos salen de las reservas “están siendo masacrados por las flotas pesqueras industriales que calan millones de anzuelos en la región”.
Ahí radica la importancia del recorrido de Sanjay, el primer ejemplar de su especie del que se conoce que ha migrado entre dos áreas marinas protegidas. Con su viaje, más los de otras dos tortugas también marcadas, se espera reunir suficiente información científica para proteger sus rutas migratorias.
A esto se suma que la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) clasifica a las tortugas marinas verdes –conocidas también como negras y consideradas por algunos expertos como una especie aparte llamada Chelonia mydas agassizii– como en peligro de extinción.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) en su sitio web señala que estos quelonios cumplen papeles ecológicos importantes en ecosistemas como los arrecifes coralinos y los pastos marinos. Su desaparición, advierte la WWF, podría afectar seriamente a otras especies de flora y fauna que dependen de las tortugas marinas y sus huevos para su propia supervivencia.
Alex Hearn, director de Ciencias de Conservación en Turtle Island Restoration Network y quien lidera un proyecto de monitoreo de tiburones ballena en Galápagos, narró vía e-mail a este Diario el recorrido de Sanjay en mar ecuatoriano.
El quelonio ingresó a la Reserva Marina de Galápagos por la isla Marchena y pasó muy cerca de su costa, desplazándose luego por el sur de esta hacia el norte de la isla Santiago, para finalmente llegar a la costa del este de Isabela, un poco al sur de la isla Cowley.
La marca pegada al caparazón de esta tortuga emitió señales en estos puntos. Este dispositivo es como un torpedo que flota encima del animal y que está programado para mandar hasta 250 transmisiones al día. Con Sanjay, el patrón de transmisión diario fue entre las 00:00 y las 04:00 y siempre con señal de buena calidad. Sin embargo, en la costa de Isabela la marca se desprendió.
Según Hearn, esto ocurrió porque las tortugas marinas a menudo duermen en el fondo del mar, en los arrecifes rocosos y, a veces, se meten en cuevitas o entre piedras. Esto, cree, pudo haber enredado y partido la marca del juvenil Sanjay.
“En parte es una pena porque nos hubiera gustado que durase más, pero duró lo suficiente como para demostrar la conectividad (entre las áreas marinas protegidas)”, expresa Hearn. Además, ha ayudado a confirmar que las tortugas marinas adultas, subadultas y otras especies dentro de la región parecen tener conocimiento de esta red protegida, por lo que sus movimientos en aguas abiertas se limitan a viajes entre las islas.
Sanjay, que lleva el nombre de una de las personas que financió la expedición, aún tiene un dispositivo acústico cuyas señales pueden ser detectadas por receptores instalados en Galápagos. Por esto, es posible que vuelvan a tener noticias de él.